Decálogo

Decálogo ante los proyectos planteados por Solaría en Álava:

La sociedad alavesa en su mayoría está firmemente por el proceso de modelos de transición energética para luchar contra el cambio climático y que favorezcan la sostenibilidad socio-ecológica de forma integral y justa. Para ello todos los agentes involucrados en la transición energética deben ser respetuosos con el medio natural, el territorio y la sociedad en su conjunto. No tiene lógica alguna promover macroproyectos de generación energética si éstos erosionan la viabilidad a corto, medio y largo plazo de la sostenibilididad socio-ecológica de los territorios donde pretenden implementarse. La energía no es verde por el simple hecho de que ésta sea generada por un tipo de tecnología sino por cómo favorece la sostenibilidad integral de los territorios (la biodiversidad, el sistema agropecuario valores sociales, etc).

Alava no está en venta y por tanto NO es aceptable que Solaria jueguen con el territorio como una diana, lanzando decenas de dardos caigan donde caigan sin importarle las graves afecciones sobre la sociedad, las economías locales y la naturaleza. Denunciamos que Solaria en su búsqueda de su oro verde actúe de forma impune con un afán claramente depredador del territorio. El territorio mismo y sus gentes deben ser protegidos mediante iniciativas de mitigación y adaptación al cambio climático que sean viables económicamente, y fomenten tanto la cohesión social, como la resiliencia del territorio. Los proyectos de Solaria disfrazados como indispensables y urgentes para la lucha contra el cambio climático, no lo son en realidad, porque no tienen en cuenta alternativas de modelos eficientes y altamente descentralizados, como la generación de energía fotovoltaica en lugares próximos a los puntos de consumo evitando la construcción de líneas de muy alta tensión por los elevados impactos ambientales que generan y las grandes pérdidas de energía en su transporte.

Es urgente que Alava se dote de planes públicos de energías renovables que planifiquen y ordenen los diferentes usos del territorio e impidan dar carta blanca a grandes empresas privadas como Solaria para que desequilibre el territorio. Los planes de ordenación del territorio debieran ordenar el desarrollo de la política energética, especialmente la producción y transporte de energía renovable como el sol y el viento, bienes públicos por antonomasia. Pero hoy en día no existe una ordenación efectiva y real para el despliegue de las energías renovables en Alava y este hecho es utilizado por Solaria para desembarcar con sus macroproyectos fotovoltaicos vendiendo humo verde mientras las instituciones públicas (tales como el Gobierno Vasco y la Diputación Foral de Alava) se colocan de perfil. La ordenación del territorio debe asegurar que la implantación de infraestructuras de energía renovable se realice en base a criterios transparentes, y siempre asegurando la protección de los espacios de alto valor natural y cultural, así como los terrenos agrícolas de alto valor agrológico para la producción de alimentos, priorizando por tanto localizaciones altamente antropizadas que minimicen impactos sobre la naturaleza y la actividad agro-ganadera.

Los valores del territorio de Alava son múltiples y no se pueden obviar ni minusvalorar bajo la excusa de la necesidad urgente de un despliegue masivo de energía verde. La energía es verde por cómo protege la diversidad de valores naturales, sociales y económicos que ofrecen las zonas rurales de cualquier territorio. Esta diversidad de valores es fundamental para una transición resiliente ante los retos climáticos en un contexto de crisis global de biodiversidad. No podemos aceptar que se hipoteque el presente y futuro del territorio y su población bajo el disfraz verde de Solaria.

La transición energética será justa y democrática o no será. Son los pueblos y no los mercados los que deben decidir cuanta energía se produce, dónde, cómo, y para qué. Es por ello imprescindible incluir mecanismos democráticos en todas las fases del diseño, planificación, gestión y producción de los modelos de transición energética. Esto incluye el derecho a decidir de los pueblos sobre cualquier proyecto o actividad que pueda menoscabar su bienestar ambiental, cultural y social, articulado mediante consulta previa, libre, informada y vinculante.

No hay transición socio-ecológica sin la protección de la identidad de sus gentes y el arraigo de los proyectos energéticos en el territorio. Las gentes de Alava, tanto de su zona rural como de Vitoria-Gasteiz están altamente arraigadas en el territorio. Es imprescindible fomentar la conexión y el conocimiento de las necesidades económicas, sociales y culturales de las poblaciones de las zonas rurales y urbanas. Estos espacios sociales se necesitan unos de las otros. Por ejemplo, la población de Vitoria-Gasteiz necesita que las zonas rurales puedan asegurar la producción de alimentos, el aporte cultural a la identidad alavesa, así como poder disfrutar de sus espacios naturales y paisajísticos. Es por tanto necesario respetar los modos de vida y la labor que las poblaciones rurales, organizados en sus municipios y concejos, y la implicación de todas las gentes de Alava para parar el sinsentido de Solaria.

Alava está orgullosa de su tradición en la defensa por un territorio libre de amenazas ambientales, como atestiguan las luchas contra las centrales nucleares de Lemoiz y Garoña y contra el Fracking. Batallas todas ellas ganadas por una población plural y solidaria con el territorio de Araba que tuvo que organizarse contra actores políticos y económicos poderosos. Ahora toca organizarse para parar el gran despropósito que suponen la multitud de planes y proyectos promovidos por la empresa multinacional Solaria que lejos de entender a la sociedad alavesa y sin tener ningún arraigo en el territorio, pretende ocupar 3.000 hectáreas de tierra (alrededor de 4500 campos de futbol) para sus propios fines privados, disfrazando de color verde su sed de beneficios económicos.

Es imprescindible y urgente avanzar en alternativas reales en la actual situación de crisis energética y climática. Como agentes activos, los y las alavesas queremos poner en marcha acciones verdaderamente eficaces para que nuestro territorio pueda ser solidario y eficiente en una transición energética justa que no deje atrás a nadie y proteja a las personas más vulnerables como ha sido un valor histórico de nuestra sociedad. Somos conscientes de que las acciones que pongamos en marcha ahora cambiarán la vida de las próximas generaciones y es un reto colectivo que queremos asumir y por ello ahora es imprescindible paralizar a Solaria y su feroz afán de destruir el territorio donde vivimos que hemos heredado y queremos preservar para los siguientes.

Es fundamental considerar la irreversibilidad de algunas de las acciones y por tanto de las consecuencias que pueden conllevar la implantación de macroproyectos como los que propone realizar Solaria. Es harto conocido por todos y todas que algunas acciones político-económicas a lo largo de los tiempos, en aras de una mejora económica y por lo tanto social, han terminado en desastres ecológicos con graves costes medioambientales y en vidas humanas que nunca se han recuperado. Se han considerado daños colaterales necesarios para el «avance» de la sociedad. En Alava, no queremos ser un pueblo ni una sociedad que se arrepienta de no haber hecho lo suficiente para evitar la esquilmación de nuestro territorio.

Los impactos de estos macroproyectos sobre el territorio y sus formas de vida trascienden la dimensión local y requieren una respuesta coordinada y solidaria. Así, las plataformas no surgimos como oposición local a un macroproyecto concreto, sino que nos conformamos como un movimiento crítico de contestación al modelo de transición que lo ampara. En este sentido, rechazamos cualquier cambio de ubicación que no cuestione la naturaleza y objetivo de la infraestructura, así como cualquier compensación y/o regalía que Solaria pueda ofrecer para comprar la voluntad de los pueblos.